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#ElACVNoSeQuedaEnCasa
Comúnmente el ACV es conocido como trombosis o derrame cerebral. Cada 40 segundos en Estados Unidos alguien sufre un ataque cerebrovascular (ACV) y cada 4 minutos alguien fallece por la misma causa. En Colombia se calcula que alrededor de 200.000 personas han presentado un ACV y ocurren 100 casos nuevos cada día.
El ACV es la primera causa de discapacidad adquirida en el adulto. Hasta la mitad de las personas que sobreviven a esta enfermedad quedan con secuelas importantes para hablar, caminar o hacer actividades de la vida diaria. La Organización Mundial de ACV calcula que una de cada cuatro personas mayores de 25 años puede tener un ACV en cualquier momento de su vida.
El objetivo de esta Carta de la Salud es abordar el ACV desde su clasificación, factores de riesgo, forma de identificarlo y, lo más importante, explicar cómo actuar con prontitud en caso de presentar síntomas. Un tratamiento oportuno puede cambiar la vida de quien lo sufre. Adicionalmente, se abordará todo lo relacionado a la preparación de los hospitales para atender el ACV en tiempos de COVID-19 y cómo ambos pueden estar relacionados.
El mensaje más importante es: el paciente con ACV no se debe quedar en casa, ni siquiera en tiempos de COVID-19.
¿Qué tipos de ACV existen?, ¿cómo es correcto llamarlos?, ¿trombosis?, ¿derrame? o ¿ACV?
Existen dos tipos de ACV: los isquémicos (ACVi) que tradicionalmente se conocen como trombosis” o infarto cerebral y los hemorrágicos (ACVh) que comúnmente se describen como “derrame”. Se aconseja, para homogenizar el lenguaje, utilizar el término ACV (ataque cerebrovascular), dado que “derrame” y “trombosis” pueden ser ambiguos.
El ACVi sucede cuando una arteria se obstruye por un trombo (sangre coagulada). Este trombo se puede formar en los vasos cerebrales o viajar desde otras arterias o el corazón. Esta obstrucción produce disminución del flujo sanguíneo. Dado que las células del cerebro (neuronas) requieren alto flujo de sangre, se genera mal funcionamiento y muerte neuronal. Al suceder esto, la persona presenta síntomas como alteración del habla, disminución de la sensibilidad o imposibilidad para mover las extremidades. Existe una forma de presentación en la cual los síntomas desaparecen al poco tiempo y pueden o no recurrir. Esto se llama isquemia cerebral transitoria (AIT) y es igual de grave.
Por otra parte, el ACVh sucede cuando una arteria se rompe y hay salida de sangre al cerebro. La causa más frecuente es la hipertensión arterial que lesiona las arterias y genera formación de hematomas dentro del tejido cerebral (hematoma intraparenquimatoso). Otra causa de los ACVh está asociada a la ruptura de aneurismas o traumas, lo que genera salida de sangre al espacio alrededor del tejido cerebral (hemorragia subaracnoidea).
El ACVi es mucho más frecuente que el ACVh, con un 80% y 20% de casos respectivamente. La denominación “ataque”, se explica por la forma repentina y abrupta (segundos o minutos) en que se presentan los síntomas. Cuando estos se producen durante días o semanas y son progresivos, es posible que tengan otra causa, como tumores o lesiones en la sustancia blanca cerebral (por ej. Esclerosis múltiple).
¿Quién está en riesgo?
El ACV puede presentarse en cualquier edad, pero es más frecuente después de los 50 años cuando los factores de riesgo son más comunes. Es importante resaltar que muchos pacientes no tienen una causa única y la sumatoria de varias condiciones favorece presentar un ACV (multifactorialidad). Esas condiciones son denominadas factores de riesgo.
¿Qué pasa con COVID-19 y el ACV?
Dado que hay una política de confinamiento mundial, en Europa y Estados Unidos se ha observado una disminución en la consulta de los pacientes con ACV. El tiempo para tratar a un paciente con ACV es limitado, por lo tanto, una consulta tardía significa que, a menor posibilidad de tratamientos efectivos, mayor probabilidad de secuelas y discapacidad.
En los países con gran número de infectados por el virus del COVID-19, se ha registrado un aumento de ACV en la población joven que no presentaba los factores de riesgo anteriormente mencionados. Al parecer, este virus produce una alteración en los factores de coagulación de la sangre que genera aumento de la formación de trombos arteriales y, por lo tanto, mayor riesgo de presentar ACV.
Importantes hospitales, en ciudades como Nueva York, han reportado que la primera manifestación de enfermedad grave por COVID-19, en pacientes jóvenes, puede ser un ACV, incluso sin tener síntomas respiratorios previos.
Por esta razón y ante el posible aumento de casos de ACV, los hospitales se están preparando con una estrategia llamada “Código ACV protegido” para ofrecer de manera oportuna tratamiento a todos los pacientes con diagnóstico de ACV y proteger del contagio al personal de salud y a familiares. Bajo este protocolo, se clasifican los pacientes según el riesgo de COVID – 19 y se hace énfasis en los elementos de protección personal y los protocolos de cuidado institucional.
¿Cuáles son los síntomas?
Los principales síntomas del ACV son los siguientes y ocurren de manera súbita, es decir, de un momento a otro:
Hay una clave para recordar estos síntomas y lo que se debe hacer en caso de presentarlos, con la sigla CORRE, que corresponde a: Cara torcida, Ojo con la alteración en la visión, Rápida debilidad en un brazo o medio lado del cuerpo, Raro para hablar o habla enredado y Emergencia, debe llamar una ambulancia o acudir de inmediato al hospital para recibir atención especializada.
Mientras más rápido se consulte es mejor. ¿Por qué “el tiempo es cerebro”?
Una vez se reduce la entrega de sangre, las neuronas empiezan a morir y la única forma de evitar o revertir parcialmente este proceso, es restablecer el flujo sanguíneo cerebral lo más rápido posible. A medida que avanza el tiempo, las zonas sin sangre se hacen cada vez más grandes y el daño menos reversible. De aquí proviene la premisa de “el tiempo es cerebro”. De hecho, por cada minuto que las células de un sitio afectado en el cerebro no reciben sangre, mueren alrededor de 2 millones de neuronas: es decir que en una hora se pierden de manera irreversible 120 millones de neuronas. Y por cada evento, hay daño en conexiones neuronales equivalente a 7.140 km de fibras mielinizadas, con un aumento en el envejecimiento cerebral de hasta 36 años.
El personal médico sólo podrá brindar al paciente opciones de terapia, que puedan mejorar o impedir la progresión de los síntomas, si el tiempo en el que se consulta al servicio de urgencias es el más rápido posible. Idealmente ante un ACV se debe consultar durante las cuatro primeras horas desde el inicio de los síntomas.
¿Cómo saber que está sucediendo un ACV?
El diagnóstico del ACV inicia con la identificación de los síntomas mencionados, la realización de un interrogatorio al paciente, familiares o testigos y un examen neurológico completo. Una vez concluido esto (que en la práctica clínica debe ser tan rápido como sea posible), se toman imágenes del cerebro, por tomografía o resonancia, que permitan evaluar la isquemia (falta de sangre en el cerebro) o la hemorragia cerebral. Durante la valoración del paciente y sus imágenes cerebrales el equipo de salud definirá qué opciones de tratamiento son las más adecuadas.
¿Qué hacer si se presenta un ACV o si alguien alrededor presenta síntomas?
La mejor estrategia es llamar al 123 o acudir inmediatamente al centro de alta complejidad más cercano. No deben pincharse los dedos, esto es un mito que no ayuda al paciente (ver figura 3); tampoco se debe dar agua o intentar ingresar objetos en la boca; si hay sospechas, no esperar a que los síntomas se resuelvan solos, hay que identificar en la localidad el centro de alta complejidad que tenga un programa para tratar ACV. Acudir al hospital adecuado aumenta la posibilidad de recibir tratamiento oportuno y tener menos secuelas. El ACV, como urgencia vital, debe ser atendido de forma inmediata, sin importar el régimen de seguridad social del paciente.
La Secretaría de Salud Municipal y el Centro Regulador de Urgencias, están desarrollando la Red de ACV entre instituciones hospitalarias de alta complejidad, para integrar la atención de pacientes de forma rápida y oportuna, en la ciudad de Cali, a través del sistema de ambulancias de la línea 123.
¿Cuál es el tratamiento para esta enfermedad?
Los posibles tratamientos dependen del paciente, la presencia o no de hemorragias cerebrales y el tiempo de evolución de los síntomas. Los tratamientos se dividen en terapia de reperfusión y manejo médico. El primero está enfocado en la eliminación de la circulación del trombo y, el segundo, en evitar la progresión de este para impedir la formación de nuevos trombos que bloqueen la circulación:
Tratamiento de reperfusión:
El tratamiento del ACV es igual cuando es favorecido o causado por el virus del COVID-19, por lo tanto, se aconseja consultar, aunque haya un diagnóstico de infección por este virus o presente síntomas respiratorios. Se deben usar los métodos de protección y aclarar al personal de salud desde el ingreso, que se presentan síntomas respiratorios o que se ha sido diagnosticado por dicha infección viral.
Tratamiento médico preventivo en época de COVID-19 ¿Se debe suspender algún medicamento?
Es importante no suspender los tratamientos para hipertensión, diabetes o terapia anticoagulante en pacientes con fibrilación auricular porque se aumenta el riesgo de presentar un ACV. Inicialmente se consideraba que cierto grupo de medicamentos como el Enalapril, Captopril, Valsartán y Losartán, podría estar relacionado con un mal pronóstico al tomarlos y tener COVID-19; sin embargo, la evidencia ha demostrado que no es así, por lo tanto, se recomienda no suspender los medicamentos previamente prescritos en las consultas de programas de hipertensión, clínica de anticoagulación, medicina interna, cardiología, nefrología, endocrinología o neurología, pues las consecuencias pueden ser peores.
Ejercicio en casa y rehabilitación
Es importante, para prevenir un ACV, mantenerse activo y no olvidar el ejercicio en casa. En los pacientes que han sufrido un ACV, una vez se realicen los tratamientos en hospitalización, la rehabilitación integral es el pilar para la recuperación funcional y evitar complicaciones asociadas a las secuelas del ACV. En esta época que deben quedarse en casa y algunos servicios de rehabilitación presencial se encuentran postergados, existen herramientas virtuales y Apps, que pueden ayudar a realizar terapias sin salir de casa, como la aplicación «Health 4 The World» de uso gratuito en español, que ofrece ejercicios mentales, para el lenguaje, actividad física y recuerda la toma de los medicamentos.
Mensaje final
Ante la presencia de síntomas de ACV se debe consultar inmediatamente. El virus del COVID-19 puede favorecer que pacientes jóvenes también presenten ACV, por lo que se recomienda estar muy atento y no suspender los medicamentos para las enfermedades crónicas previas (hipertensión, diabetes, arritmias cardíacas, etc.)
Datos claves para recordar
Artículo escrito por: Dr. Pablo Felipe Amaya. Neurólogo vascular. Fundación Valle del Lili – Docente Universidad Icesi. Dr. Julián Alejandro Rivillas y Dr. Jaime Andrés Valderrama. Residentes de neurología. Fundación Valle del Lili – Docentes Universidad Icesi. |