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Autores: Ana María Aristizabal - Fellow cardiología pediátrica | Dr. Jaiber A. Gutiérrez - Cardiólogo pediatra hemodinamista
Es conocido que los niños sanos son más activos que los adultos y que el ejercicio y los deportes son necesarios para un normal desarrollo físico y mental.
En los niños, múltiples consensos internacionales recomiendan la realización de al menos 60 minutos de actividad física de moderada a intensa tres veces a la semana, ya que esta brinda beneficios para la salud y puede prevenir enfermedades a largo plazo.
No obstante, en las últimas décadas y especialmente durante la pandemia por Covid-19, ha habido un incremento significativo del sedentarismo en los niños.
Existe una subpoblación de niños y adolescentes que practican deportes de alta competitividad. Actualmente conocemos que el ejercicio en exceso puede tener efectos perjudiciales en el sistema musculoesquelético en desarrollo, lo que lleva a lesiones por uso excesivo, además de problemas cardiacos en individuos susceptibles.
La práctica habitual de deportes en la infancia no requiere de evaluaciones periódicas, a diferencia de los niños atletas que deben ser evaluados regularmente.
Un porcentaje muy pequeño de atletas (1 por cada 200.000 deportistas por año) podría presentar un colapso circulatorio (muerte súbita) durante la práctica de la actividad física.
La muerte súbita se define como la muerte que ocurre durante la hora siguiente al inicio de los síntomas, en ausencia de anomalías cardiovasculares conocidas. La incidencia es muy baja, con un ligero predominio en el sexo masculino; y el 90% de las causas serán de origen cardiovascular. Por esto existe la necesidad de realizar una valoración inicial y estudios previos al inicio de la actividad física de alta intensidad.
Para definir si el niño o adolescente es apto para el inicio de la actividad de alta competencia, se recomienda realizar una historia clínica completa que evalúe antecedentes familiares de cardiopatías congénitas, muerte súbita y/o enfermedades cardiovasculares en menores de 50 años, además de arritmias potencialmente graves. Se ha demostrado que un 40% de los pacientes con muerte súbita cardíaca tiene alguna relación con antecedentes familiares.
Se debe interrogar antecedentes personales importantes como: enfermedades congénitas o adquiridas del sistema cardiovascular, presencia de soplo cardiaco (que NO sea “inocente”), hipertensión arterial, crisis convulsivas de causa no aclarada o si el paciente toma medicamentos de forma regular, así como síntomas que puedan hacer sospechar la presencia de una enfermedad cardiovascular potencialmente letal, tales como:
Posteriormente se deben realizar estudios complementarios. Lo ideal es que todos los niños atletas tengan al menos un electrocardiograma previo al inicio de la actividad física de alto nivel, que sea interpretado por un médico deportólogo o un cardiólogo pediatra.
Según los resultados, se definirá la necesidad de realizar estudios complementarios como ecocardiograma, prueba de esfuerzo cardiovascular, resonancia magnética o tomografía de corazón.
Con el fin de llevar a cabo una actividad física segura relacionada con el deporte de alta competencia, todos los niños y adolescentes atletas deben tener un seguimiento con el cardiólogo pediatra.
En el servicio de cardiología pediátrica de la Fundación Valle del Lili tenemos personal idóneo y disponibilidad para la realización de consultas y ayudas diagnósticas no invasivas, tales como:
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