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El suicidio es la segunda causa de muerte en el mundo, entre la población de 15 a 29 años. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 800.000 personas mueren por suicidio cada año, alcanzando el lamentable promedio de una muerte cada 40 segundos.
Colombia no es la excepción a esta problemática, de hecho a nivel nacional, entre 2008 y 2017 fallecieron 19.977 personas por lesiones autoinfligidas. Según datos de Medicina Legal, solo en 2018 cerca de 3000 personas se suicidaron, mientras que durante el primer semestre de 2019 ya se registraron 1439 nuevos casos, de los cuales 124 ocurrieron en el Valle del Cauca, departamento que ocupa el tercer lugar con mayor tasa de suicidios, después de Bogotá y Antioquia.
Estas preocupantes cifras vienen en aumento desde 1995, convirtiendo este flagelo en un problema de salud pública y una prioridad para las instituciones de salud.
En Colombia y el Valle del Cauca, la Fundación Valle del Lili, es una institución comprometida con la salud mental de las personas, desarrollando programas de educación en prevención del suicidio para la comunidad en general y tratamientos psiquiátricos especializados para las personas que hayan intentado suicidarse o tienen ideación suicida.
El Servicio de Psiquiatría de la Fundación Valle del Lili, cuenta con médicos psiquiatras y psicólogos expertos en el comportamiento humano, quienes están en capacidad de ofrecer a sus pacientes modernos tratamientos para que encuentren de nuevo la estabilidad mental y emocional que les permita continuar su vida sanamente.
El doctor César Augusto Arango Dávila, psiquiatra institucional de la Fundación Valle del Lili, quien también tiene un doctorado en Neurociencias y coordina el posgrado de Psiquiatría de la Universidad Icesi, argumenta que “la comunidad debe saber que frente al suicidio existen muchos tratamientos para evitarlo, así como estrategias de educación para prevenirlo”.
Respecto al suicidio como problema de salud pública, el psiquiatra explica que, “si bien el 90% de las personas que intentan suicidarse tienen una enfermedad mental como la depresión, algunos lo intentan de forma impulsiva al sentirse abrumados por un estado emocional intenso, ante crisis vitales o estrés severo; el consumo de alcohol y psicotóxicos también pueden precipitar esto”.
Según el doctor Arango Dávila, “los problemas en las relaciones de pareja, problemas financieros, laborales, el dolor físico y la enfermedad crónica son situaciones que generan malestar emocional intenso y se pueden asociar con la conducta suicida”.
Una de las recomendaciones que aporta el Doctor Arango es generar espacios para hablar en forma abierta sobre el suicidio.
“Es fundamental combatir el estigma sobre este tema en la sociedad. Hablar del suicidio o hablar de los trastornos mentales no debe generar vergüenza, temor, o juicios. Si tenemos en cuenta lo que manifiestan estas personas, habrá oportunidad de participar de una manera eficaz en la prevención del suicidio”, argumenta el doctor Arango Dávila.
El especialista también aconseja que “ante la presencia de conductas autolesivas y sospecha de intención suicida, se debe tener un acercamiento y preguntar explícitamente sobre esas intenciones, así como acudir a una institución especializada para que pueda ser tratada por profesionales en salud mental”.
La doctora Sonia Bersh Toro, psiquiatra institucional de la Fundación Valle del Lili, explica: “las conductas auto-lesivas (que incluyen cortes en la piel, la ingestión de medicamentos en sobredosis o de otras sustancias, que resultan perjudiciales), y con frecuencia las conductas suicidas surgen de la dificultad para regular las emociones y tolerar el malestar emocional intenso, lo que se conoce como desregulación emocional”.
Además, recalca que el tratamiento se define partiendo de una evaluación clínica que permita identificar trastornos mentales tales como la depresión, y la presencia de desregulación emocional que en su forma más severa constituye lo que se denomina trastorno de la personalidad emocionalmente inestable o personalidad límite.
En Cali, la Fundación Valle del Lili ofrece la psicoterapia Dialéctica Conductual (DBT, por sus siglas en inglés), que es un tratamiento con muy buena evidencia para el manejo de este tipo de problemas.
“Es una psicoterapia estructurada cuyo objetivo principal es ayudar al paciente a mejorar su capacidad de autoregular sus emociones y prevenir con ello el suicidio, las conductas autolesivas y otros comportamientos impulsivos dañinos tales como comer en exceso, consumo riesgoso de alcohol y abuso de sustancias”, afirma la psiquiatra.
La DBT incluye un entrenamiento en técnicas de mindfulness (atención plena), regulación emocional, solución de problemas, efectividad interpersonal y tolerancia al malestar.
La meta es fortalecer a las personas para que logren enfrentar las emociones en vez de evitarlas, construyendo de esta forma una vida que valga la pena ser vivida.
La Fundación Valle del Lili también cuenta con su Unidad de Cuidados Especiales, sede Betania, donde los pacientes disponen de un espacio tranquilo para restablecer su salud mental.
Para el doctor Arango Dávila, es fundamental que “los familiares y amigos podrían ayudar mucho cuando la preocupación sobre el suicidio les sea compartida. Si una persona presenta pensamientos y planes de hacerse daño deberán restringir el acceso a posibles medios con los que pueda autoagredirse, de igual forma es necesario escuchar a la persona afectada y acompañarla con prontitud a una cita por psiquiatría”.
“Las personas con ideación y conductas suicidas deben recibir tratamiento profesional. Es muy importante la adherencia al tratamiento en la forma de una asistencia regular a los controles y la continuidad en la psicoterapia y en la toma de medicamentos, cuando están indicados. Con este manejo se puede mejorar el estado emocional, la capacidad de enfrentarse de forma efectiva a las situaciones y la capacidad de disfrutar de la vida”, concluye la doctora Bersh Toro.
Datos:
-859 personas en Cali han intentado suicidarse durante el 2019, 507 mujeres y 352 hombres.
-Crecimiento de muertes autoinfligidas en Cali: 2016 (82 casos), 2017 (117 casos), 2018 (121 casos).