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Quemaduras de primer a tercer grado: Lesiones en la piel causadas por el contacto con el calor generado por la pólvora incandescente, que pueden variar en gravedad desde superficiales hasta afectar capas más profundas de la piel.
Ictericia: Cuando ocurren accidentes con pólvora, las lesiones resultantes pueden ser graves, y en algunos casos, pueden afectar órganos internos, incluido el hígado. Las quemaduras extensas y las lesiones traumáticas pueden desencadenar una respuesta inflamatoria y sistémica en el cuerpo, afectando la función hepática. Un síntoma de ictericia es la coloración amarillenta de la piel y mucosas debido a problemas en el hígado que afectan la eliminación de bilirrubina, un pigmento amarillo derivado de la descomposición de los glóbulos rojos en el hígado.
Encefalopatía hepática y falla hepática fulminante: Deterioro cerebral causado por disfunción hepática grave, que puede llevar a una falla total del hígado de manera repentina y peligrosa. En casos extremos, si hay una lesión significativa en el área abdominal que involucra el hígado, puede haber una liberación de sustancias tóxicas y daño directo al hígado. Este daño hepático grave puede llevar a la encefalopatía hepática, que es una disfunción cerebral causada por la acumulación de toxinas que normalmente el hígado eliminaría.
Osteomielitis: Infección ósea, una complicación grave que puede surgir como resultado de lesiones causadas por la pólvora, afectando la salud de los huesos.
Deficiencia de protrombina: Problemas en la coagulación sanguínea debido a la falta de una proteína llamada protrombina, que puede resultar de lesiones causadas por la pólvora y afectar la capacidad de la sangre para coagularse correctamente.