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Se utilizan en patologías como las arritmias, que pueden afectar a 5 de cada 100 personas. Se trata de desórdenes del ritmo cardíaco que ocasionan latidos muy lentos (bradicardia) debido a un problema en el marcapasos natural del corazón o en la conducción eléctrica del estímulo cardíaco, o por el contrario ocasionan latidos cardíacos muy acelerados (taquicardias), que en ocasiones se deben a impulsos eléctricos originados fuera del marcapasos cardíaco del corazón, o bien a circuitos eléctricos cardíacos anormales a causa de una enfermedad del corazón. En 20 de cada mil personas se requiere tratamiento con dispositivos electrónicos cardíacos para evitar las complicaciones de estas arritmias, que son potencialmente graves y pueden llegar a ser fatales.
Se implantan mediante un procedimiento quirúrgico menor que generalmente se realiza con anestesia local. El dispositivo se coloca debajo de la piel en la zona del pecho y se conecta al corazón por las venas mediante cables llamados electrodos, los cuales van fijos en el corazón. La herida es cerrada con suturas que no hace falta retirar.
Es un dispositivo diseñado para monitorizar y regular la frecuencia cardíaca cuando el corazón late demasiado lento. Este dispositivo monitorea continuamente el ritmo cardíaco y envía impulsos eléctricos según sea necesario para mantener un ritmo normal. Es indicado en personas con bradicardia por enfermedad del marcapaso natural del corazón o bien bloqueos en la conducción eléctrica del corazón.
Existen diferentes tipos de marcapasos, con uno o dos electrodos. También los hay sin electrodos, en forma de cilindro de 2,5 cm, que se implantan directamente en el corazón. Estos últimos se utilizan en pacientes con alto riesgo de infecciones o sin disponibilidad de venas para electrodos. Los marcapasos mejoran la supervivencia, la calidad de vida, la capacidad de hacer ejercicio y reducen las hospitalizaciones.
Es un dispositivo que funciona como un salvavidas, monitorizando, detectando y tratando las arritmias cardíacas graves, como la taquicardia ventricular y la fibrilación ventricular, que pueden provocar la muerte cardíaca súbita.
El tratamiento consiste en la estimulación rápida o emisión de una descarga eléctrica para restablecer un ritmo normal. Se indica en personas con alto riesgo de arritmias letales, como las personas supervivientes de un paro cardíaco, arritmias ventriculares frecuentes, desórdenes genéticos cardíacos, o falla cardíaca avanzada. Los desfibriladores también tienen función de marcapasos. Existen varios tipos, con uno, dos o tres electrodos. También existen los subcutáneos cuyos electrodos están debajo de la piel y no en el corazón.
La terapia de resincronización cardíaca se utiliza para mejorar la coordinación de la contracción del corazón y así lograr un latido más eficaz, lo cual permite mejo- rar los síntomas de fatiga, dificultad respiratoria, y mareos, complementando así los medicamentos. Mejoran la función cardíaca y calidad de vida, reducen síntomas y riesgo de hospitalización y prolongan la supervivencia.
Existen varios tipos, con dos a tres electrodos, así como los que estimulan directamente el sistema eléctrico del corazón (rama izquierda). Los resincronizadores tienen funciones de marcapaso y algunos tienen también función de desfibrilador cardíaco.
Es un procedimiento seguro; el riesgo de complicaciones es muy bajo, aproximadamente uno de cien intervenciones. Entre las posibles complicaciones se incluyen la formación de hematomas o sangrados, infecciones del dispositivo y los electrodos, dolor en el sitio de la cirugía, lesiones de estructuras cardíacas y desalojo de los electrodos de su posición inicial. Estas complicaciones se minimizan por medio de antibióticos y el uso de ecografía y de rayos X durante el procedimiento.
Se deben seguir los cuidados de la herida quirúrgica, manteniéndola cubierta con apósito compresivo durante tres días y con apósito transparente durante cinco días. Posteriormente, se lava con agua y jabón, procurando mantenerla limpia y seca. No se recomienda el uso de cremas sobre la herida, ni manipular la cicatriz o drenar posibles hematomas.
Por otra parte, se recomienda no hacer esfuerzos ni extender el brazo hacia los lados durante una a dos semanas. En caso de fiebre, inflamación, infección, salida de líquido por la herida o que se abra la cicatriz es preciso consultar por urgencias.
El dispositivo permite realizar actividades normales, tales como conducir, trabajar y hacer ejercicio. Sin embargo, se deben evitar deportes de contacto o uso de TENS (dispositivos para fisioterapia), mantenerse alejado (a más de medio metro) de campos magnéticos fuertes (como las líneas de alta tensión, generadores de energía eléctrica y transformadores eléctricos) y evitar imanes cerca de la zona del dispositivo (15 centímetros). Así mismo se requiere el uso de antibióticos en caso de procedimientos odontológicos o médicos invasivos.
No hay problema con el uso de teléfonos celulares, hornos microondas, aparatos electrónicos, controles remotos, radios o computadores.
Siempre se debe cargar con la tarjeta de identificación médica del dispositivo. Los marcapasos pueden ser descubiertos por los detectores de metales en los aeropuertos, por lo cual se debe presentar con antelación la tarjeta del dispositivo y evitar la exposición a detectores de metales por más de 30 segundos.
Es fundamental realizar chequeos regulares con el electrofisiólogo (que reciben el nombre de reprogramaciones) para asegurarse de que el dispositivo esté funcionando correctamente y hacer los ajustes en caso de que sean necesarios. Estos se realizan cada 6 a 12 meses según lo recomiende el electrofisiólogo. Es importante que los pacientes informen a su médico sobre cualquier cambio en los síntomas.
La mayoría de los dispositivos actuales son compatibles con máquinas de imágenes de resonancia magnética. Todos requieren reprogramación antes y después del examen.
No hay contraindicación para la realización de procedimientos intervencionistas o quirúrgicos, pero siempre es recomendable la reprogramación antes del procedimiento para mayor seguridad del mismo.
La duración de la batería varía según el tipo de dispositivo y el uso que requiera. Los marcapasos duran de 6 a 12 años, los desfibriladores y resincronizadores duran de 5 a 8 años. Cuando la batería esté cerca de agotarse es necesario reemplazar el dispositivo mediante un procedimiento quirúrgico menor en el que se cambia el generador (pila); usualmente no requiere implante de nuevos electrodos y el procedimiento es ambulatorio.