Autores: Fernando Montealegre, ginecólogo - Myriam Lili Ceballos, uróloga
Las infecciones del tracto urinario (ITU) y las infecciones vaginales (IV) son problemas de salud muy frecuentes en mujeres de todas las edades. Sin embargo, muchas personas desconocen sus diferencias y ante síntomas como ardor al orinar o molestias en la zona íntima, pueden asumir erróneamente que tienen una ITU cuando en realidad se trata de una IV, o viceversa.

Esta confusión suele llevar a la automedicación con antibióticos innecesarios o a tratamientos inadecuados, lo que puede prolongar los síntomas, aumentar el riesgo de complicaciones y contribuir al desarrollo de resistencia antimicrobiana.
Las ITU son la segunda causa más frecuente de infección en la población general, con una prevalencia de hasta un 50 por ciento de probabilidades de que una mujer la contraiga a lo largo de su vida. Aproximadamente el 25-30% de las mujeres experimentarán una recurrencia en los seis meses siguientes a un episodio de cistitis no complicada. Por otro lado, las infecciones vaginales, tal como la vaginosis bacteriana, la candidiasis vulvovaginal y la tricomoniasis, son responsables del 70-90% de los casos de flujo vaginal anormal en mujeres en edad reproductiva.
Dado que estos dos tipos de infecciones pueden presentar síntomas similares, es fundamental diferenciarlas correctamente para evitar errores diagnósticos y asegurar un tratamiento adecuado. En este artículo explicaremos las características principales de cada una, su diagnóstico diferencial y las mejores estrategias para su tratamiento y prevención.
Infección del tracto urinario (ITU):
Las ITU pueden afectar cualquier parte del sistema urinario, pero la más común es la cistitis no complicada, que se produce cuando bacterias uropatógenas ascienden por la uretra hasta la vejiga. Escherichia coli es el agente etiológico en más del 80% de los casos.
Síntomas principales:
- Disuria (ardor al orinar).
- Urgencia y frecuencia urinaria.
- Tenesmo vesical (sensación de vaciamiento incompleto).
- Orina turbia, con mal olor o hematuria (presencia de sangre en la orina).
- Ausencia de flujo vaginal anormal o prurito vaginal.
Factores predisponentes:
- Relaciones sexuales frecuentes, ya que favorecen la colonización bacteriana de la uretra.
- Uso de espermicidas, que alteran la microbiota vaginal (conjunto de microorganismos que colonizan normalmente la vagina y protegen contra infecciones).
- Menopausia, ya que se produce una disminución de estrógenos y una alteración de la flora vaginal.
- Historia previa de ITU, lo que incrementa la probabilidad de recurrencias.

Diagnóstico:
El diagnóstico de una ITU se basa en la clínica y en la confirmación con urocultivo, que demuestre bacteriuria significativa (≥10⁵ UFC/mL en orina tomada en la mitad del chorro miccional). Es fundamental realizar una adecuada toma de la muestra, ya que un error en la técnica puede llevar a falsos diagnósticos.
Cómo tomar correctamente una muestra de orina para urocultivo:
- Lavar la zona genital con agua y jabón neutro, evitando productos irritantes.
- Secar completamente la zona con papel o una toalla limpia, sin frotar.
- Descartar el primer chorro de orina y recolectar el chorro medio sin interrumpir la micción, para evitar contaminación con bacterias de la uretra o la piel.
- Utilizar un recipiente estéril y cerrarlo inmediatamente.
- Transportar la muestra al laboratorio en menos de una hora o refrigerarla si hay demora.
Infecciones vaginales:
Las infecciones vaginales afectan la mucosa vaginal y pueden ser causadas por desequilibrios en la microbiota o por agentes infecciosos. Las tres principales son:
- Vaginosis bacteriana (40-50%): Producida por un crecimiento excesivo de bacterias anaerobias como la Gardnerella vaginalis.
- Candidiasis vulvovaginal (20%): Provocada por la Candida albicans.
- Tricomoniasis (20%): Enfermedad de transmisión sexual causada por la Trichomonas vaginalis.

Síntomas principales:
Flujo vaginal anormal (cantidad, color u olor alterado). Prurito, ardor e irritación vulvovaginal. Dispareunia (dolor durante las relaciones sexuales).
¿En qué se diferencian las infecciones vaginales, de las infecciones del tracto urinario?
Las infecciones vaginales no suelen presentar disuria aislada ni síntomas urinarios marcados. Si hay molestias urinarias leves acompañadas de flujo vaginal anormal, se debe sospechar primero una infección vaginal.
Diagnóstico:
El diagnóstico se basa en la clínica y en estudios complementarios como:
- pH vaginal (alcalino en vaginosis bacteriana, ácido en candidiasis).
- Microscopía de flujo vaginal (para identificar células clave o levaduras).
- Cultivos específicos, en casos recurrentes o difíciles.

Importancia del diagnóstico diferencial
Confundir una ITU con una infección vaginal (o viceversa) puede llevar a tratamientos inadecuados. El uso empírico de antibióticos sin un diagnóstico claro contribuye a la resistencia antimicrobiana, un problema creciente a nivel mundial.
Por ello, en casos de síntomas mixtos o recurrentes, se recomienda:
- Examen físico completo.
- Análisis de orina con tira reactiva y urocultivo (para confirmar ITU).
- Examen microscópico y pH vaginal (para diferenciar infecciones vaginales).
Conclusión
Las infecciones urinarias y vaginales tienen síntomas en común, pero sus causas y tratamientos son distintos. Un diagnóstico adecuado evita errores terapéuticos y reduce la recurrencia de las infecciones.
Es fundamental que las pacientes conozcan los signos clave de cada infección y eviten la automedicación. Consultar a un especialista ante síntomas persistentes es la mejor estrategia para preservar la salud urogenital.