Importancia de la medicina nuclear en el paciente pediátrico

 

Autores:

Jessica Capre-Pereira, Coloproctóloga, Fundación Valle del Lili

Md. Jessica Capre Pereira, Coloproctóloga, Fundación Valle del Lili

Camilo Coral, Médico Interno, Universidad ICESI

Md. Camilo Coral, Médico Interno, Universidad ICESI

Md. Helber Fabián Pérez Imbachí, Asistente de Investigación, Fundación Valle del Lili

Md. Helber Fabián Pérez Imbachí, Asistente de Investigación, Fundación Valle del Lili

Sandra Milena Gutiérrez-Cañas, Cirujana, Especialista en entrenamiento de Coloproctología, Universidad ICESI

Md. Sandra Milena Gutiérrez Cañas, Cirujana, Especialista en entrenamiento de Coloproctología, Universidad ICESI

 


 

Introducción: La incontinencia fecal es una condición médica que afecta a muchas personas, aunque a menudo no se reporta debido al estigma y la falta de información. Se estima que entre un 2% y un 21% de la población podría padecerla, aunque muchos casos no son notificados.


 

Esta afección no solo involucra problemas físicos, sino que también afecta profundamente la calidad de vida de quienes la sufren, incidiendo en su bienestar emocional y social. Las personas con incontinencia fecal a menudo experimentan aislamiento y, en algunos casos, rechazo por parte de su entorno cercano.

La incontinencia fecal puede tener diversas causas, lo que hace que su tratamiento sea muy personalizado. Esta condición varía en gravedad: algunas personas pueden tener escapes ocasionales de heces, mientras que otras sufren una pérdida de control más frecuente y severa. Los síntomas varían según la causa subyacente, y un diagnóstico adecuado permite determinar el grado de la afección y elegir la mejor opción terapéutica, que puede ir desde tratamientos conservadores hasta intervenciones quirúrgicas.

Este artículo tiene como objetivo ofrecer una visión general sobre la incontinencia fecal, describiendo qué es, sus posibles causas, cómo se diagnostica y las opciones de tratamiento existentes, con el fin de proporcionar una comprensión más clara tanto para quienes padecen esta condición como para sus familiares y amigos.

 

Imagen ilustrativa del impacto de la incontinencia fecal en la vida diaria.

 

¿Qué es la incontinencia fecal?

Aunque no existe una definición única y universalmente aceptada, una de las definiciones más influyentes proviene de la Asociación Americana de Cirujanos de Colon y Recto (ASCRS, por sus siglas en inglés), que describe la incontinencia fecal como «el paso involuntario de heces o gases durante al menos un mes en personas mayores de 4 años que previamente habían tenido control sobre sus evacuaciones».

Por otro lado, la Sociedad Japonesa de Coloproctología la define como «la pérdida involuntaria e incontrolable de heces». Estas definiciones son importantes porque reflejan detalles clave sobre factores como la capacidad para controlar los gases, la edad mínima considerada y la duración de los síntomas. Esto resalta que la incontinencia fecal no solo es un problema físico, sino una condición que puede afectar de manera significativa la vida cotidiana de quien la padece.

 

¿Cuáles son las causas de la incontinencia fecal?

Pueden ser diversas causas, que se pueden clasificar según la región del cuerpo afectada, el mecanismo que la provoca o el tipo de trastorno. A continuación, se describen las principales causas:

  • Disfunción idiopática del esfínter anal: En estos casos, la causa es desconocida, pero generalmente se atribuye al envejecimiento y la degeneración natural del esfínter anal, el músculo que controla la expulsión de las heces.
  • Disfunción traumática del esfínter anal: Esta se produce cuando el esfínter anal sufre un daño directo, a menudo durante el parto, cirugías anales o traumatismos en la zona anorrectal (la parte final del intestino).
  • Disfunción neurogénica del esfínter anal: En estos casos, el problema se origina por daños en los nervios que controlan el esfínter anal, como ocurre en algunas enfermedades, como la neuropatía diabética o la neuropatía pudenda después del parto.
  • Trastornos anorrectales congénitos: Son afecciones con las que una persona nace, como el ano imperforado, una malformación en la que el ano no se forma correctamente.
  • Trastornos anorrectales adquiridos: Son problemas que surgen a lo largo de la vida debido a factores como un parto complicado o ciertos problemas de salud. Un ejemplo común es el prolapso rectal, cuando parte del recto se desliza hacia fuera del ano.
  • Diarrea crónica: Algunas enfermedades, como el síndrome del intestino irritable, pueden causar diarrea crónica, lo que puede dificultar el control de las evacuaciones.
  • Incontinencia fecal por rebosamiento: Ocurre cuando las heces se acumulan en el recto y no pueden pasar correctamente, lo que provoca que solo las heces más líquidas logren escapar alrededor del bloqueo.

 

Diagrama o ilustración del esfínter anal y el recto.

 

¿Quiénes pueden padecer incontinencia fecal?

Esta condición puede afectar a personas de todas las edades. Sin embargo, existen ciertos grupos que están más en riesgo:

  • Personas mayores: Con el envejecimiento, los músculos del esfínter anal, que son los encargados de controlar la salida de las heces, tienden a debilitarse Además, otros factores relacionados con el envejecimiento, como enfermedades crónicas o la disminución de la movilidad, pueden aumentar el riesgo de padecer esta condición.
  • Mujeres: Las mujeres, especialmente aquellas que han tenido varios partos vaginales, tienen mayor riesgo de sufrir daño en los músculos y nervios del área anorrectal durante el parto. Además, las mujeres en la menopausia pueden experimentar debilitamiento muscular debido a la disminución de la carga hormonal.
  • Personas con enfermedades neurológicas: Condiciones como la diabetes, la esclerosis múltiple, el accidente cerebrovascular (ACV) o la neuropatía pudenda (daño en los nervios de la zona pélvica) pueden interferir con el control del esfínter anal y causar incontinencia fecal.
  • Personas con trastornos intestinales o anorrectales: Condiciones como el prolapso rectal, el síndrome del intestino irritable, la enfermedad inflamatoria intestinal (como la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerativa), o el cáncer colorrectal pueden aumentar el riesgo de desarrollar incontinencia fecal.
  • Personas con antecedentes quirúrgicos o traumáticos: Aquellos que han tenido cirugías en la zona anal o rectal, como la resección de tumores o la reparación de un prolapso rectal, pueden tener mayor riesgo debido a posibles daños en los músculos o nervios responsables del control de las evacuaciones.
  • Personas con problemas de movilidad o que pasan mucho tiempo en cama: La falta de movilidad puede afectar la función del sistema digestivo y predisponer a la incontinencia fecal.

 

Ilustración de diferentes grupos demográficos que pueden ser más susceptibles a la incontinencia fecal.

 

¿Cómo se llega a su diagnóstico?

El diagnóstico de la incontinencia fecal comienza con una evaluación clínica inicial, seguida de pruebas adicionales según sea necesario para identificar la causa exacta.

En la primera consulta, el médico realizará una evaluación detallada del cuadro clínico, que incluirá la determinación del tipo de incontinencia:

  • Incontinencia por urgencia: La persona siente la necesidad urgente de defecar, pero las heces se expulsan antes de llegar al baño.
  • Incontinencia pasiva: Las heces se escapan sin que la persona se dé cuenta.
  • Incontinencia mixta: Combinación de los dos tipos anteriores.

El médico también preguntará sobre los hábitos intestinales, la consistencia de las heces y el impacto que la condición tiene en la calidad de vida del paciente. Además, se investigarán antecedentes médicos, como enfermedades previas, partos (si hubo desgarros), traumatismos en la zona anorrectal o cirugías anteriores, para ayudar a identificar la causa del problema.

Una vez recopilada esta información, se deberán considerar diagnósticos diferenciales de patologías graves, como el cáncer colorrectal o la enfermedad inflamatoria intestinal, para lo cual se puede realizar una colonoscopia. Este procedimiento permite observar directamente el interior del colon y detectar posibles anomalías.

En algunos casos, se requieren pruebas más especializadas para evaluar tanto la funcionalidad como la estructura de la zona afectada:

  • Manometría anorrectal: Mide la presión y la longitud del esfínter anal para evaluar su funcionamiento.
  • Prueba de sensibilidad anorrectal: Un pequeño globo se introduce en el recto y se infla para evaluar si la persona es capaz de percibir la necesidad de defecar.
  • Evaluación estructural: Pruebas como la ecografía anal endoscópica o la resonancia magnética pélvica permiten observar el estado del esfínter anal y detectar daños.
  • En algunas personas se podría indicar, la resonancia magnética dinámica del piso pélvico permite la evaluación del esfínter y de las otras estructuras pélvicas, mientras se realizan algunas maniobras que simulan defecación.

Imágenes de equipos médicos utilizados en el diagnóstico, como una máquina de resonancia magnética o una sonda de manometría.

 

¿Qué tratamientos existen para la incontinencia fecal?

El tratamiento de la incontinencia fecal comienza con medidas conservadoras que buscan mejorar la calidad de vida sin necesidad de intervenciones invasivas. Estas medidas incluyen cambios en el estilo de vida, como ajustes en la dieta, modificación de los hábitos intestinales, cuidado de la piel alrededor del ano y el uso de medicamentos.

Es importante tener en cuenta que algunas personas con incontinencia fecal experimentan diarrea leve de manera continua. Por lo tanto, se recomienda evitar el consumo de alimentos y bebidas que puedan empeorar la situación, como la cafeína, el alcohol y los alimentos picantes, ya que estos pueden ablandar las heces e irritar la piel.

En cuanto a los hábitos para ir al baño, se recomienda que las personas que puedan percibir la necesidad de defecar acudan al baño inmediatamente. Para aquellas que no sienten esta necesidad, se sugiere que vayan al baño al menos dos veces al día, incluso si no tienen ganas de hacerlo.

La incontinencia fecal puede causar irritación o infecciones en la piel alrededor del ano, como la dermatitis asociada a la incontinencia (DAI), que es una inflamación provocada por la humedad y la fricción. Para prevenirla, es recomendable lavar la zona con una ducha de mano (evitando el uso de papel higiénico), secar con toques suaves de una toalla y mantener la zona seca en todo momento.

Existen tratamientos farmacológicos que ayudan a reducir el tránsito intestinal, permitiendo un control más efectivo de las evacuaciones.

Entre los tratamientos más efectivos se encuentra el entrenamiento de los músculos del piso pélvico, realizado por un fisioterapeuta especializado. Este tratamiento incluye técnicas como electroestimulación, movilización muscular y biofeedback, que enseñan a la persona a recuperar el control sobre los músculos del piso pélvico y mejorar la continencia.

Para casos en los que los tratamientos no invasivos no sean suficientes, existen opciones como neuromoduladores implantables, dispositivos que se insertan en la zona sacra para modular los nervios responsables de la defecación. Este tratamiento se está utilizando cada vez más en la incontinencia fecal severa.

En casos extremos, cuando otros tratamientos no son efectivos, se pueden considerar intervenciones quirúrgicas. Una opción es la remodelación del esfínter anal en caso de daño significativo, o la cirugía de estoma, que crea una abertura en la pared abdominal para desviar las heces hacia una bolsa especial. Con el adecuado cuidado, este procedimiento puede mejorar significativamente la calidad de vida de quienes padecen incontinencia fecal severa.

Imágenes que representen diferentes tratamientos, como ejercicios de piso pélvico, medicamentos o dispositivos médicos.

 

Conclusiones

La incontinencia fecal es una afección que suele ser secundaria a diferentes condiciones subyacentes, las cuales varían en tipo y origen. Puede afectar a una amplia variedad de personas, desde aquellas que experimentan problemas ocasionales relacionados con la edad o el parto, hasta aquellas con condiciones médicas complejas.

Es una condición tratable, por lo que se aconseja acudir a consulta médica, en donde se puede establecer un enfoque general para aliviar los síntomas mientras se realizan los estudios diagnósticos necesarios. Esto permite identificar la causa específica de la incontinencia y diseñar un tratamiento individualizado y progresivo, ajustado a las necesidades de cada paciente.