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Autor: Ángela Mantilla Gallegos - Nutricionista clínica
La Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene establecidos 12 propuestas para gozar de una buena salud. La primera es “seguir una dieta saludable”.
Es importante tomarse el tiempo para ingerir alimentos ricos en nutrientes y tener unos buenos hábitos alimentarios, con el fin de verse y sentirse bien.
Una alimentación balanceada es aquella que permite a la persona ya sea en periodo de crecimiento, adulto, anciano, gestante, deportista o con alguna situación fisiológica especial mantener un estado óptimo de salud, a la vez que le facilita la realización de las diferentes actividades que implica la ejecución de un trabajo.
Revisemos unos conceptos básicos:
Alimento: es todo producto de origen natural o elaborado que la persona consume para el mantenimiento de sus funciones vitales.
Nutrientes: sustancias que se encuentran en los alimentos, indispensables para cumplir funciones específicas en el organismo, buscando mantener la salud. Los nutrientes determinan el valor nutricional de los alimentos, dependiendo de la calidad y cantidad que contengan.
Estado nutricional: es el resultado de la relación entre la ingesta de energía y nutrientes y el gasto causado por los requerimientos nutricionales según la edad, sexo, estado fisiológico y actividad física.
Malnutrición: se refiere al resultado de una ingesta alimentaria desequilibrada, en la cual hay excesos, deficiencias o proporciones erróneas de alimentos.
Una alimentación balanceada es aquella que permite a la persona ya sea en periodo de crecimiento, adulto, anciano, gestante, deportista o con alguna situación fisiológica especial mantener un estado óptimo de salud, a la vez que le facilita la realización de las diferentes actividades que implica la ejecución de un trabajo.
Una alimentación desequilibrada puede llevar a diferentes desórdenes nutricionales, dependiendo de cuáles nutrientes son sub o sobre utilizados en la ingesta diaria. Una de las principales causas es la simplificación general de las dietas.
Actualmente las personas viven muy ocupadas; esto a menudo significa “tomar el camino más fácil”. Las comidas frecuentemente más prácticas que nutritivas. Estos "alimentos modernos" han desplazado, descuidado y relegado al olvido alimentos naturales y preparaciones tradicionales.
El consumo frecuente o excesivo de alimentos como comidas rápidas, refrescos azucarados, embutidos, apanados, dulces, entre otros, en lugar de una alimentación con más vegetales, hortalizas, frutas frescas, agua natural o cereales, puede promover problemas digestivos, desajustes intestinales y estomacales, incluso afecciones más graves como úlceras, gastritis, colon irritable, diabetes o cáncer.
Igualmente se derivan problemas de hipertensión o presión arterial alta, la cual se debe principalmente al consumo elevado de sodio (contenido en la sal), enfermedades cardiovasculares, osteoporosis, deterioro de la memoria, insomnio, bajo rendimiento y obesidad.
Diferentes tipos de poblaciones se han visto comprometidas con efectos a corto y largo plazo, debido a no llevar una alimentación balanceada. Por ejemplo.
La población infantil, en la cual se presenta sobrepeso, obesidad o cambios metabólicos que incluyen aumento de colesterol, triglicéridos, presión arterial y glucosa (azúcar en la sangre), ocasionando desarrollo de diabetes tipo 2.
Personas con temor a subir de peso y ganar grasa corporal, obedeciendo a presiones habituales impuestas por la sociedad.
Las personas que realizan ejercicio, donde es sin duda una de sus grandes preocupaciones, en función de su rendimiento y desarrollo de masa muscular.
Esto, sumado a nuevas tendencias en dietas altas en proteínas y muy bajas en carbohidratos genera señales erradas acerca del verdadero y necesario consumo de los otros nutrientes,
lo que puede llevar a consecuencias como: disminución de la energía y el rendimiento, depresión del sistema inmunológico, aumento del riesgo de lesiones y dificultad para su recuperación, mal funcionamiento de ciertos órganos vitales, entre otras.
Recuerde:
Mantener una alimentación balanceada no sólo tiene que ver con las porciones que se ingieren, sino también con la calidad de
los productos que se incluyen. Además de vivir contando calorías (considerado vital durante mucho tiempo), lo importante es saber cuáles alimentos aportan un contenido de nutrientes realmente significativo, teniendo un impacto positivo en el organismo. Se trata de cambiar los hábitos de forma integral, en la medida que se sea consciente y sobre todo crítico de lo que se consume a diario.
La mejor forma de proteger el cuerpo es alimentándolo a través de una dieta equilibrada, tomando en cuenta las cinco fuentes de nutrientes necesarios para mantenerse sano: carbohidratos, proteínas, grasas, vitaminas y minerales, sin olvidar el agua.
No existe un alimento que contenga todos los nutrientes esenciales para el organismo. Cada alimento contribuye a la nutrición de una manera particular y cada nutriente tiene funciones específicas en el cuerpo. Para gozar de buena salud, el organismo necesita de todos ellos en una cantidad adecuada.
Construir el camino hacía una dieta balanceada, es una decisión que debes tomar guiado por los mejores especialistas. Consulta con nuestro servicio de Nutrición en la sede principal, sede Alfaguara o sede Av. Estación.
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